
"Era un elemento muy espinilloso metido en un traje de corte elegante, con suficiente caspa en los hombros como para parecer un puñado de cocaína. Me entraban ganas de arrimar un billete enrollado al traje de aquel capullo. Su careto de tonto del culo y sus cráteres faciales arruinaban completamente la imagen que el sabihondo mierdecilla intentaba lograr. (...)
a su derecha hay una bollera con una gruesa capa de maquillaje y una sonrisa fría embutida en un traje de negocios femenino, que parece sacada de un catálogo de feas."
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